La calumnia como método
Acaba de terminar la cumbre mundial de comunicación política en Cancún, México en donde además de analizar procesos electorales y la percepción de los presidentes latinoamericanos frente a cada una de sus ciudadanías, fueron presentados casos de corrupción en el periodismo que ha convertido la mentira en un método.
Los medios y los periodistas de análisis profundo, serio y metodológico, se están viendo invadidos por un periodismo fútil, interesado, prepago. A cambio del informe profundo, de contexto e investigativo, surge la información suave que distrae, la polémica de la tontería en donde hay mucho de entretenimiento y poco de conocimiento.
Avocadas por la caída del telón y por tanto al descubrimiento de sus peores vergüenzas y delitos las mafias de todo tipo, incluidas corrupción y narcotráfico acuden a jugar sus cartas ya conocidas de corrupción en el periodismo.
Para la historia quedaron en la cumbre de Cancún las amplias descripciones sobre corrupción periodística institucionalizada en Ecuador y Argentina, donde sin el menor rubor, periodistas acostumbrados a mentirle a la opinión pública, asumieron muchas de sus mentiras como si fuesen hábiles estrategias de las cuales pudieran sentirse orgullosos y de las cuales también salieron vilipendiados o en la cárcel.
Al parecer, Mentir y calumniar son las estrategias de un sistema que se derrumba, se tornan como la única salida al no encontrar en la realidad elementos que mantengan un minuto más las mafias que han llegado al control de los países.
Van quedando al desnudo los periodistas que participaron del delito, que aceptaron todo tipo de mafias y fueron sus alfiles.
El periodismo como arma política ha encontrado una fuerte resistencia en las redes sociales, que desnuda sus vínculos, sus parentescos y las facturas que los benefician.
Tan acostumbrado está el periodismo a la arrogancia de la mafia que protege, que ve como un derecho calumniar, respaldado en la capacidad de intimidación del violento, que calumnia abiertamente o divulga sin el menor remordimiento mentiras que contradicen radicalmente la realidad.
Y es que la mentira se ha vuelto la gran estrategia no solo contra la verdad sino contra la verdad judicial
La delincuencia ha pretendido a punta de sitios de noticias falsas, de voces en la radio y de rostros en la tele, superar a la justicia a la hora de impartir la lectura de lo sucedido frente a un crimen.
Y no solo eso, mentir le ha servido a la mafia para distraer a la opinión publica mientras comete delitos
Le ha servido a los ladrones del erario para silenciar a la ciudadanía y normalizar sus robos.
Le ha servido para confundir a la ciudadanía entre quien la loba, quien tiene laboratorios de droga y quién los denuncia.
La prensa, también de la mano con estrategias judiciales ha atacado testigos, desprestigiado jueces y ni qué decir de opositores.
La mafia se ha tomado a tal punto el periodismo que hasta incluso hace parte de su lecho.
Afortunadamente algunos idealistas del periodismo luchan contra la marea de los dineros de la droga, de los dineros de lo robado al país y tienen la valentía de señalar con el dedo al delincuente y sus cómplices.
Pero hace falta la labor de cada ciudadano, de cada denunciante que no se calla ante el delito y que quiere ver a su país libre de la mafia que lo está saqueando.
Urge pues cada twit, cada foto, cada video en la red que desnude al corrupto hasta que poco a poco encuentre menos cómplices con micrófono que lo oculten o le hagan sombra.
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