La felicidad no es negociable

Este jueves 20 de marzo, se celebró el Día Internacional de la Felicidad, una fecha para sentirnos orgullosos de lo que somos, pero también analizar si realmente somos felices o vemos pasar el tiempo viviendo la vida de otros.
Colombia siempre se ha caracterizado por su cultura folclórica como uno de los países más felices del mundo a pesar de las desigualdades, pero la felicidad no solo es de una nación, un patrimonio; la felicidad es buscar adentro como seres humanos qué nos falta por vivir para lanzarnos a experimentar sin prejuicios, sin el qué dirán porque el tiempo pasa y el reloj no se detiene.
Muchas de las personas llegan a cierta edad y no son felices producto de malas decisiones, de una educación conservadora o violenta que los limitan a ser felices donde durante años le dicen: no miren, no toquen, no hagan, no vivan y les impide ser genuinos. Se ve a hombres y mujeres estar en relaciones donde no son felices, personas en trabajos donde no se sienten cómodos, no son libres para comunicarse o vestirse sino lo que la sociedad les impone porque si se marca la diferencia lo ven como un bicho raro, o aceptan momentos o personas que no van de la mano con su quehacer solo por hacerle caso a los padres, la familia, la sociedad o la misma presión que tiene el mundo para con ellos y pasa el tiempo, pasan los años y se arrepienten no de lo que hicieron, sino de lo que nunca se atrevieron a vivir.
No es buscar la perfección porque no existe, pero ¿por qué vivir la vida de otros si la vida es maravillosa? Hay una contradicción de algunos que no son felices por estar haciendo la guerra y envidiando la vida de otros o dicen ser “felices” opacando y desprestigiando al vecino o prójimo ¿y por qué no utilizar ese talento que está desperdiciado en frustraciones y rencor para levantarse y construir lo que tanto se ha anhelado? ¿por qué en vez de estar mirando la paja en el ojo ajeno no se construye desde la felicidad?
La invitación es a no dejar pasar oportunidades, a no vivir del pasado porque ya no podemos devolver el tiempo, el futuro no es tan claro porque es incierto y tampoco está bien complacer a otros y dejarnos de ultimas; más bien, la invitación es a vivir el presente, ser felices con lo que la vida nos ha dado, descubrir nuestra paz, tranquilidad y seguir luchando día a día para explorar nuestros talentos, aprender de la comunidad, ser auténticos y disfrutar el aquí y el ahora porque no estamos para encajar, estamos para hacer la diferencia.
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